Los vinos fortificados de Madeira se elaboran con uvas blancas que la mayoría de los elaboradores del mundo consideraría inmaduras. El vino producido se calienta y se oxida deliberadamente como parte del proceso de maduración y debe pasar al menos veinte años en madera para que pueda etiquetarse como Vintage. Pese a todo lo anterior, este sistema de vinificación tradicional no puede modificarse sin comprometer la identidad y calidad de este sorprendente vino.
Madeira y su isla vecina Porto Santo se encuentran a 800 kilómetros al oeste de Lisboa y a una latitud similar a la de República Dominicana. Durante cientos de años la elaboración y exportación de vinos fortificados fue el medio de vida de los pobladores de Madeira. A finales del siglo XIX la llegada del oídio primero, y de la filoxera con posterioridad, dejaron arrasado el viñedo de la isla. Las medidas de solución implicaron la plantación de viña americana o de sus híbridos y aunque salvaron provisionalmente la industria, llevaron a una notable pérdida de calidad. Pese a que en la actualidad sigue existiendo una parte del viñedo plantado con estas vides, conocidas como productores directos, han sido prohibidas para la elaboración de los vinos DOC de la isla y se está llevado a cabo replantaciones subsidiadas para erradicarlas.
Madeira tienen un perfil muy montañoso y la viticultura se asienta sobre pronunciadas pendientes, principalmente en terrazas entre los 200 y 300 metros de altura sobre el nivel del mar. Las plantaciones se limitan a los extremos norte y sur de la isla, con mayor concentración en el primero. El clima es templado, por la influencia de la Corriente del Golfo, con veranos calurosos y húmedos e inviernos suaves. Todo lo que se planta en estos suelos arenosos y ácidos de origen volcánico crece con gran vigor. La humedad favorecida por las nieblas y el cálido clima de la isla tienen para la vid el inconveniente de potenciar el riesgo de enfermedades fúngicas.
Pese a la dedicación histórica de Madeira a la elaboración de vino es muy difícil encontrar el viñedo cuando se visita la isla. La viña se reparte en un mosaico de minúsculas parcelas, muy divididas entre diferentes propietarios, a lo largo de antiguas terrazas construidas siguiendo las irregularidades del terreno junto a la escarpada costa o compartiendo superficie con otras plantaciones que las ocultan, en el interior de la isla. El sistema tradicional y más extendido de conducción es tipo pérgola, conocido como latada. Este sistema facilita rendimientos muy altos pero la mayoría de las uvas tienen dificultades para alcanzar los 10º u 11º de alcohol potencial.
Los vinos fortificados de Madeira se han elaborado tradicionalmente con uvas de las variedades blancas Sercial, Verdelho, Boal y Malvasia, anteriormente conocidas como variedades nobles y que en la actualidad son las blancas recomendadas para elaborar los vinos de mayor calidad. Habitualmente Sercial se utiliza para vinos secos, Verdelho para vinos semisecos, Boal (Malvasia Fina) para vinos semidulces y Malvasia (Malvasia Cândida) para los vinos más dulces.
El gran cambio en la viña de la isla ha sido la emergente dominancia de las variedades tintas tras la filoxera, particularmente de Tinta Negra. Esta variedad, principal tinta recomendada en la actualidad, se ajusta perfectamente a suelos arenosos y consigue mejores rendimientos que las variedades blancas además de poseer una gran versatilidad para producir vinos de diferentes dulzores. La gran mayoría de los vinos elaborados en la actualidad proceden de esta uva. Esta expansión de las variedades tintas ha hecho que sea más difícil conseguir uvas blancas para los elaboradores de vinos fortificados, especialmente Verdelho que además puede hacer buenos vinos no fortificados.
Los vinos de Madeira se elaboran mediante fortificación. La fermentación se detiene al añadir un alcohol vínico neutro de 96º que mata las levaduras, dejando un cierto nivel de azúcar residual. Este procedimiento se lleva a cabo los primeros días de fermentación, en función de la variedad y del nivel de dulzor deseado. Ahora los elaboradores pueden elegir el licor de fortificación utilizado para llevar los vinos hasta los habituales 17º.
Algunas barricas de vino de Madeira no vendidas regresaron a su lugar de origen. Los viticultores descubrieron que las altas temperaturas sufridas por los vinos durante el viaje los habían mejorado sustancialmente.
Así comenzaron a experimentar con los vinos, sometiéndolos a un calentamiento en hornos o a través de conductos a alta temperatura inmersos en las cubas. Esta práctica continúa hasta hoy: se denomina "Estufagem", de la palabra portuguesa estufa.
Además de las uvas altas en acidez y bajas en alcohol y la fortificación, que aumenta la estabilidad del vino, el otro factor que ha caracterizado a los vinos de Madeira fue el descubrimiento de que el paso de los vinos jóvenes por el ecuador mejoraba sus características organolépticas.
A finales del siglo XVIII los elaboradores descubrieron que podían conseguir esa misma mejora al calentar los vinos jóvenes en sus bodegas de la isla, acelerando de este modo su maduración. Algunos construyeron edificios con techos de cristal para que el sol pudiese calentar las barricas durante el día. Este sistema de envejecimiento en barricas se denomina canteiro y sólo usa el calor del sol para acelerar el envejecimiento y caramelizar los azúcares. Los vinos jóvenes comienzan su envejecimiento en las partes altas de la bodega, donde el calor es mayor, para ir descendiendo posteriormente a niveles inferiores donde la maduración se desarrolla más lentamente. Las maderas utilizadas son en su mayor parte de roble americano y siempre muy usadas, para que no impartan aromas al vino. Este procedimiento se utiliza para los vinos de alta calidad y los varietales.
Con posterioridad se comenzó a calentar los vinos con estufas a temperaturas entre 45º y 50º, en un proceso conocido como estufagem, por el que se conseguía en tres meses el mismo resultado que en cinco años de exposición del vino al calor del sol. Este procedimiento se utiliza para los vinos no varietales más jóvenes y más comerciales. Los vinos elaborados con uvas blancas siempre se envejecen por el sistema de canteiro ya que el estufagem arruinaría sus delicados aromas y sabores.
La importancia del proceso de "Estufagem"
Actualmente, se usa para producir la mayoría del vino de Madeira y es posible que cualquier vino de menos de 5 años se haya realizado mediante el proceso de Estufagem. Dicha técnica evolucionó para satisfacer la demanda de vinos de Madeira en el siglo XIX.
Anteriormente, el proceso de oxidación del vino se basó en que éste estaba sometido a calor durante largos viajes marítimos. Durante un tiempo se creyó que el movimiento del vino en el barril mientras se hallaba en el mar provocó el desarrollo del sabor único. Cosa que se desmintió con el tiempo y es el suave calor el que proporciona al vino de Madeira sus maravillosos sabores. El proceso "Estufagem" está muy controlado por el IVBAM y monitorizado con tecnología de última generación para garantizar que la aplicación de calor a los enormes depósitos se gestiona correctamente. La imagen que acompaña este texto muestra tanques "Estufagem".
Los vinos de calidad de Madeira pueden elaborarse en mezclas o varietales aunque sólo los elaborados a partir de las uvas blancas tradicionales pueden etiquetarse como varietales.
A lo largo de la historia la denominación de los diferentes estilos de vinos de Madeira ha ido cambiando por lo que es habitual que encontremos botellas con designaciones diferentes a las actuales. De la misma manera, en la actualidad se utiliza una gran variedad de términos, como Seleccionado, Reserva, Superior, Canteiro, Solera o Rainwater entre otros, que hacen compleja la clasificación de las diferentes categorías.
En lo que respecta a los vinos de mayor calidad podemos destacar dos grandes grupos, los vinos con indicación de edad y los vinos con indicación de añada.
Los vinos con indicación de edad pueden etiquetarse como 3, 5, 10, 15, 30 y más de 40 años. Los vinos de esta categoría a partir de 10 años o más suelen estar envejecidos en canteiro y etiquetados como varietales. Con la edad vemos un aumento de la concentración y la complejidad en estos vinos. Cuando no figura la variedad en la etiqueta es que se han elaborado con Tinta Negra y en esas ocasiones aparece el estilo del vino en relación a su azúcar residual, desde Extra Seco a Dulce.
Los vinos con indicación de añada pueden ser Colheita o Frasqueira.
El estilo Colheita, de reciente aparición, es un vino de añada que envejece durante al menos cinco años en madera y puede ser varietal o de mezcla. La mayoría están elaborados con Tinta Negra y en estos casos al igual que con los vinos con indicación de edad aparece el estilo del vino en relación a su azúcar residual, desde Extra Seco a Dulce.
El estilo Frasqueira, también conocido como Garrafeira, es la máxima expresión del Madeira. Se comercializa como varietal, de una sola vendimia y con envejecimiento mínimo de veinte años en madera aunque algunos de ellos lo hacen por periodos aún más largos. Es un vino excepcionalmente complejo, de una gran concentración y equilibrio, con acidez y aromas oxidativos, de azúcar quemado y frutas secas. Está entre los vinos más longevos del mundo, con botellas de más de un siglo.
Página Oficial de la DOP Vinho Madeira.